Entre los senderos Khmer, La Camboya
(09/02/13-20/02/13)
La víspera del año nuevo chino, el 9 de
febrero, tocamos Bavet, Tierra Khmer. En Vietnam, habíamos escuchado que toda
la Indochina comparte este evento que se festeja durante tres días. Lo cual,
nos hizo imaginar una entrada a Camboya entre decoros festivos, un pasaje entre
atavíos rojos y oro, viendo los crisantemos amarillos tan grandes como los camboyanos,
absolutamente por todas partes. La cosa no fue así! El año nuevo chino no es la
fiesta de todos los camboyanos. En el mejor de los casos, algunos fieles
acomodan en sus altares un poco mas de plátanos, incienso y luces, en señal de
ofrenda a Buda. Algunos otros queman paquetes enteros de billetes falsos, para
asegurar las buenas finanzas del próximo año, y tan rápido como posible, pasan
a otra cosa.
Los hombres que decidieron apropiarse el
Mundo inventaron las fronteras. Para los viajeros en bicicleta, el pasaje de
esas fronteras es, la mayoría de las veces, como un cambio de dimensión. No
fueron las luces del año nuevo lo que brillaba detrás de las puertas de
“Bienvenido a Camboya”, sino los paneles luminosos de los Casinos. Con tantos
clubes y centros de juego, este lugar hubiera podido llamarse “The Little
Vegas”. Enormes y numerosos, esos suntuosos edificios desfilaban intercalándose
entre los muros dilapidados de las polvorientas casuchas. Un asombroso cuadro
que suscita el estupor de los viajeros. A excepción, obviamente, de los
vietnamitas. Ya que todo esto, ha sido construido para ellos. Los hombres que decidirán
reapropiarse su libertad, encontrarán siempre la manera de burlarse de las
fronteras!
Nuestro camino representa apenas una improvisada
línea que parte en dos la naturaleza vertiginosamente plana, realzándose acaso por
las nubes de polvo. Las parcelas color ocre, casi abandonadas… si no fuera por
el oscuro de la piel, por los hombres en túnica, casi hindús y la manera
despegada de los habitantes, nos hubiéramos creído de nuevo en Laos. La
Indochina es sólo Una. En dos días de pedaleo por estos decoros, fuimos de
Bavet a Phnom Penh, capital del país. Una ciudad totalmente sorprendente. Aquí,
la ola planetaria de la democracia en sus inicios, mezclándose con una
sobredosis de capitalismo, deja al descubierto el terrible abismo entre los que
tienen todo y los que no son nada. Pero, dejemos eso para después. Con sus
fastuosos templos, sus grandes plazas y
jardines, con su paseo a la orilla del rio, Phnom Phen es una bella ciudad.
Luego de 4 días de estancia capitalina y una
vez obtenidas las visas tailandesas, nuestros manubrios toman dirección hacia
la antigua capital del Imperio Khmer, Angkor. Habrá que contar 3 días de camino
y 316 km para llegar hasta la cuna de la historia de Camboya y paraíso de la
arqueología asiática.
Muy de mañana el 16 de febrero, sobre
nuestras monturas dejamos detrás de nosotros Phnom Penh sin tener idea que sólo
haríamos 85 km de camino antes de cambiar nuestro programa. Para ser breves,
nos vimos en la necesidad de rebasar nuestro record de sobrevivencia en altas
condiciones de contaminación. Definitivamente, este viaje mejora nuestra
capacidad adaptativa día a día. Excepto en condiciones de polvo. En este caso,
tuvimos que avanzar casi 40 km a través de lo que pudiéramos llamar un túnel de
polvo, con tanta tierra removida y levantada por las maquinas y los vehículos
de una carretera en trabajos. La visibilidad casi totalmente nula en varios
tramos, nos hizo comprender lo absurdo de nuestro esfuerzo. Inútil detallar el
penoso estado de nuestra cara, nuestros ojos y narinas, de nuestras ropas,
nuestras bicis y maletas. Sin contar el estrés del tráfico.
Por suerte, encontramos un minibús cuyo
chofer, luego de haber aceptado otros 10 pasajeros más, con su equipaje y
mercancías, aceptó también nuestras bicicletas, nuestras maletas y nuestras
personas. El ingenio con el que la gente se las arregla para ajustarse a las
necesidades de todo un grupo, es digno de contemplación y de admiración.
Desde nuestros lugares en aquel minibús,
percibimos una rápida imagen del paisaje de nuestro paseo interrumpido.
Pero Angkor, no nos decepcionará. Para
visitar este sitio UNESCO, hay que alojarse en la ciduad de Siem Reap, situada
a sólo 5 km. Los dos días que pasaremos surqueando Siem Reap y la Ciudad
Vestigio del Reino Khmer, darán un sabor de encanto a nuestra peripecia
camboyana, tanto por lo fantástico y enriquecedor del lugar, como por el
simpático encuentro con Isabelle y David, dos viajeros en bicicleta desde hace
4 años, de vacaciones en Siem Reap, ahora nuestros amigos.
Al salir de Siem Reap en autobús, nuestro
pasaje camboyano estaba tocando su fin. Llegamos a Poipet hacia las doce del
día y el simple trámite de presentar nuestro pasaporte para pasar la frontera
(otra mas), que toma normalmente unos minutos, aquí nos llevó más de 4h. Los
otros 200 viajeros que esperaban avanzando en la kilométrica cola como nosotros,
se mostraban tan artos y asoleados como nosotros. Así es, la mitad del tiempo,
tuvimos que esperar bajo el sol. En fin, todo sea por la libertad!!!
Luego de este lento pasaje, todo se acelera.
Al día siguiente (21/02), ya en Tailandia, otro autobús más nos llevará a
Chantaburi. De allí, el 22/02, haremos solamente 110 km de ruta en bicicleta
para caer por sorpresa en el Lucky Friends Bar, de nuestro querido Globiz y su
amiga Pon, en Ban Phe. Vaya animación! El 23 llegamos a Rayong donde aprovechamos
para vaciar nuestras maletas, lavar la ropa, guardar nuestras bicicletas y
sobre todo, para medir la temperatura del agua de la piscina de nuestro Sea
View Hotel, antes de ir a buscar a Anne y Antoine al aeropuerto de Bangkok.
Mama mía!!! Cuando mas tratamos de
aprovechar, mas rápido el tiempo se nos va!
Pórtense bien y que la Prima Vera llegue con
lindas flores y cambios positivos para todos!!!