20121226

Tailandia Norte Comentarios



Tailandia, Región Noroeste

(03/12/12-23/12/12)




La Tailandia del Noroeste


Detrás una gran Capital, habrá siempre una arraigada campiña


El 3 de diciembre pasado, luego de tres semanas de “estancia vacacional”, por fin nos decidimos a salir de Rayong, de Sea View hotel y de su placentera piscina. Despertador, desayuno y preparación, 4h30 de la mañana. Salida: 6h15. Destinos principales: Sukhothai o la primera capital de Siam y Nong Khai, nuestra puerta hacia Laos. ¡Ahí vamos de nuevo! ¡Qué la aventura comience!

Durante los primeros días, el paisaje nos parece más bien desértico. Algunos techos azules, verdes y rojos dispersados en la orilla de la carretera y las raras tienditas donde podemos comer o comprar bebidas, son las únicas estampas de la vida humana en estos parajes. El calor alcanza los 35°C a la sombra. En tan lejanos despoblados, nos preguntamos si encontraremos la civilización antes de que caiga la noche. Imaginando que íbamos a poder encontrar alojamientos en todas partes, dejamos nuestra tienda y todo equipo de camping en España para no cargarlo inútilmente, como nos pasó en la India. Durante nuestra excursión hacia el norte de Tailandia, tendremos que pedalear entre 70 y 120 km por día, atrayendo a todo tipo de perros y compartiendo el camino sólo con tractores, algunas motos y una multitud de ruidosos cuatro ruedas, antes de encontrar un alojamiento.

A partir de Prachin Buri, el paisaje geológico, y humano, se vuelven más interesantes. Nos preparamos para atravesar el Khao Yai National Parc y para emprender el inicio de un largo camino montañoso. Al final de nuestra jornada, no lejos de este Parque Nacional, fuimos a dar a un hotel, o mejor dicho, una aldea de mini pagodas en teca, rodeadas de vegetación, alrededor de un lago, lejos del bullicio de la ciudad. ¡Qué momento más paradisiaco! Su amable propietario, admirativo al vernos llegar en bicicleta, nos acoge con su sonrisota tailandesa y además de alojarnos, nos propone ir a buscar comida y bebida para nosotros. No a pie, por supuesto, sino en su magnífica y brillantísima Isuzu 4X4. Gesto que nos vuelve, a nosotros, admirativos de él.

Así, nuestra ruta nos lanza hacia la montaña. Ese cimbreo que parece torturar al horizonte (y también nuestras pantorrillas) es, en realidad, lo que realza la belleza y la riqueza de nuestra ruta, llenándonos los ojos de paisaje y el corazón de brío.

El 13 de diciembre, llegamos a Sukhothai. En medio de formidables jardines y de lagos recubiertos  de lotos, el esplendor y la paz de los templos de Sukhothai siguen siendo el paraíso de Buda. Sukhothai adopta oficialmente el budismo en el siglo XIV. Desde entonces, Buda vive en el alma y en la sonrisa de cada tailandés.

Para ir desde Dan Sai hasta Chiang Kan, a la orilla del mítico rio Mekong, tendremos que pedalear 122 km el mismo día. Por suerte, serán 122 km de naturaleza virgen (o casi). Simple y sencillamente, la inmensidad. A partir de entonces, el curso del Mekong guiara nuestro camino y su luz ritmara nuestra jornada.

A las 6h30 de la mañana, la bruma densa y la frescura relativa (18°C) reúnen a las familias en torno al calor de una fogata. Las barcas se despegan de la orilla del rio y los pescadores a pie lanzan sus redes o sus trampas “atrapa ranas” u otros. Con la aurora, la montaña se bosqueja, la vegetación aparece, el horizonte se agranda... Del otro lado del Mekong, Laos ya se ha despertado.

La mañana, es también el momento en que todos los tailandeses deben mostrarse caritativos. En pequeños grupos, envueltos en sus túnicas anaranjadas, los monjes se desplazan de casa en casa, o se instalan en las calles para intercambiar con los fieles: un mendrugo de comida contra una plegaria. Un rito breve que nos da la impresión que cada vez les cuesta más trabajo realizar.

El trasporte escolar también hace parte de nuestro camino matinal. Los alumnos, casi siempre con uniforme de scouts, lanzan “huaaaass”, agitando las manos y sonriendo cuando nos ven pasar. Hacia el medio día, aunque ya hace menos calor, nos paramos hasta encontrar un chiringuito, con una mesa a la sobra y un ventilador, de preferencia, para comer tranquilamente el arroz nuestro de cada día. Para esas horas, nuestro contador marca entre 50 y 70 km, así que comemos esperando estar cerca de nuestro próximo hotel. Rápidamente llega la tarde y hacia las 5 p.m., el calor y la luz declinan. Los barcos vuelven a la orilla y los niños a sus casas, la gente se agrupa en las calles… Sobre el lecho del Mekong, el sol se pone ya.

Del ultra modernismo de  Bangkok a las pequeñas aldeas perdidas en la vegetación, de los muros en cemento, a los muros en teca, de las enormes autopistas a las pequeñas rutas casi abandonadas, de la vestimenta de moda a los lienzos tradicionales… ¡Qué transformación! Exactamente lo que buscamos. La riqueza más bella de la Tailandia es la diversidad de su población y de su paisaje. Su más fuerte constante es su sonrisa!

El 21 de diciembre llegamos a Nong Kai. Desde la ventana de nuestro hotel vemos el puente atraviesa el Mekong para unir a la Tailandia con Laos; el puente de la Amistad.

La mañana del 23, luego de haber obtenido el sello de salida del país en nuestro pasaporte y de haber logrado una autorización para atravesar el puente de la Amistad (normalmente prohibido a los vehículos en 2 ruedas), entramos a Laos por una de sus puertas principales: Vientián, su capital. Será aquí donde pasaremos Navidad llamando a nuestros hijos y a nuestras familias y yendo a cenar a un restaurante hindú.

Hoy es 29 de diciembre. Nuestra salida hacia el sur, de nuevo por el curso del Mekong, está prevista para el próximo 02/01/13. Esperamos fuertemente que Todas y Todos hayan pasado una navidad muy agradable y deseamos que 2013 les traiga un océano de momentos maravillosos!!!

Gema y Jean-François

Les VagaMondos