La Tailandia de nuestros sueños
(17/10/12 au 30/11/12)
Para comenzar, salimos del aeropuerto de
Bangkok hacia la ciudad pedaleando y sin hacer escala en ningún taller de
bicicletas. Todo arranca de maravilla!!!
Bienvenidos à Tailandia, Capital
Internacional de la Sonrisa. ¿Quién no ha soñado un día con venir a este cálido
país, de exuberante vegetación, de playas que huelen a cocotero, de aguas
límpidas y arenas blancas?
Nuestro sueño de la Tailandia casi se
derrumba a nuestra llegada a Bangkok. El desarrollo altamente occidentalizado
de la ciudad puede decepcionar a los amantes de lo autentico. El gigantismo de
sus edificios es para sentirse minúsculo. Una primera impresión que nos hace
regresar demasiado rápido a Europa. No es posible. Seguramente hay algo de
autentico en este país, lo que necesitamos es un poco de tiempo para descubrirlo.
Una semana en Bangkok nos permitirá recuperar
las horas de sueño por la diferencia de horario e ir tomando nuestras marcas. Nuestros
vagabundeos nos llevan por calles y avenidas, perfectamente urbanizadas,
bordeadas de enormes edificios totalmente vitrificados, de tiendas y almacenes
de grandes marcas y de enormes cuadros dorados en los que posan las fotografías
de la pareja real; siempre con flores y humos de incienso.
Los techos rojos, superpuestos y ondulados de
los templos se dispersan numerosos aquí y allá. Sus muros reflejan miles de
luces, todos absolutamente grandiosos. Lo único, es que hay llevar bien puestos
los lentes oscuros para evitar el encandilamiento. En Tailandia, Buda no es tan
frecuentado como Shivá en la India. La espiritualidad tailandesa es más bien
discreta y esos maravillosos palacios son finalmente ocupados por el turismo. Los
mercados de comida están en todas las calles, tan vastos como variados para
todos los que buscan la aventura en el sabor, el color, el aroma y la
consistencia. La brocheta es la presentación universal en la cocina tailandesa.
Todos los tipos de carne, en brocheta por supuesto, pero también los dulces,
las frutas, los pulpos, las albóndigas multicolores de pescado, cangrejo y
camarón. Y qué les cuento, hasta los huevos duros se venden en brocheta.
Bangkok, pasaje “obligado” para los viajeros
en bicicleta, nos permitió encontrar a Eric e Iris, dos jóvenes viajeros que
salieron de Toulouse, atravesando Europa, como nosotros, desde hace casi un
año. Su próxima destinación: Australia. Con ellos pasamos agradables momentos
de intercambio.
La perspectiva desde el rio, parece agrandar más
aun el tamaño y el dinamismo de la ciudad. Esta parte del Asia nos inspira el
capitalismo puro.
A las siete de la madrugada del octavo día
(28/10), iniciamos nuestra ruta hacia el este, por la orilla del Golfo de
Tailandia. Calor y humedad vuelven pesada la atmosfera pero la circulación por
estas enormes carreteras es mucho más fácil gracias a la educación y el respeto
de los conductores. Tanta cordialidad nos sorprende. Incluso en el volante, la
Tailandia sonríe. ¡Totalmente inédito!!!
Avanzamos durante tres días, 250 km, antes de
hacer una larga parada. Escalas en Chamburi y Pattaya; o la ciudad de todos los
vicios. Aquí se dan cita todos los occidentales, y otros, en busca de exotismo
sexual. En las calles de Pattaya, los bares de “edecanes” abren de día y de
noche. Multitud de chicas llevando vestidos iguales (iguales de cortos y
escotados), unas jóvenes, otras no tanto, esperan ahí, con los brazos abiertos
(por así decir), a todos los que deseen pasar un momento, o la vida entera, en
su compañía. Cada cultura tiene su moral y en las calles de Pattaya el ambiente
es más bien familiar. Podríamos creer que, en Tailandia, la prostitución es una
actividad como cualquier otra y que cada uno hace de su cuerpo lo que quiere.
Sin duda, con la esperanza de que el espíritu aprenda de cada lección.
El 31 de octubre aterrizamos en Rayong. Y por
el más feliz de los azares, nos paramos justo frente a Sea View Hotel, un
pequeño hotel moderno, tranquilo, frente al mar, con una linda piscina… ¿qué
más se puede desear en medio de este calorón?
A 30 km al este de Rayong se encuentra Ban
Phe. En esta pequeña ciudad a la orilla del mar pasaremos tres días alojados
por uno de sus habitantes. Nuestro querido Globiz, Aurélien (Joe), viajero en
bicicleta, en “pausa” en Banphe desde hace mas de 6 meses. Uno de los más
enriquecedores encuentros que hemos hecho desde que atravesamos Europa en 2011.
El 17 de noviembre, de un salto llegamos a
Saigon, actualmente Ho Chi Minh, en Vietnam. Salir del país y regresar es el
medio más simple para prolongar la autorización de estancia. Una salida que
haremos en avión y sin bicicletas.
Siete días en Saigon nos permitieron percibir
la nueva vida de una población cruelmente destruida durante años por la guerra.
El momento vendrá de compartirles nuestra impresión.
Regresamos a Rayong el 26 de noviembre, con
30 días de permiso suplementario. En nuestro hotel nos esperaba nuestra
habitación, la piscina, nuestras bicis y, una vez más, la sonrisa de los
Tailandeses. Las buenas costumbres se adquieren sin esfuerzo…
El final de nuestra estancia “vacacional” se
aproxima. Tenemos planeado retomar la ruta hacia el noroeste en dos días.
Arrancar de nuevo, será un poco difícil. Pero
no dejaremos que sea tanto!!!
Pórtense bien, reciban nuestros abrazos y
hasta la vista amigos,
Los VagaMondos