Último
episodio de nuestra vida hindú o,
los Sobrevivientes de las Indias
Todo tiene un fin. Es lo que se dice. En todo caso,
nuestra aventura en la India, está tocando su fin. El pasado 5 de junio, frente
a la puerta de nuestro hotel Kishan, Walton street del barrio de Colaba en
Bombay, nos dimos el beso más emotivo y cómplice, frente a los ojos de los que
por ahí pasaban, por la memorable conclusión de nuestros 4000 km de
circulación, de vals y de animación en las rutas y poblaciones hindúes; todo esto,
durante la estación más calurosa y bochornosa del año!!!! No conocemos a nadie
que haya realizado la misma trayectoria!!! Y henos ahora en Bombay, indemnes,
en plena forma y felices como chamacos!!!
En retrospectiva
Dos de mayo pasado, salida de Gingee hacia la ciudad
de Hampi (a algunos 600 km hacia el norte).
El tres de mayo por la tarde, casi llegando a la
ciudad de Kollar, los ocupantes de una motocicleta se nos acercan, como tantos
otros, y nos hacen la misma lista de preguntas que tantos otros nos hacen; sólo
que esta vez no se trata de simples curiosos, es ni más ni menos que Public TV,
la televisión local!!! ¡Qué festival! En la esquina siguiente, con los pedales
parados, el diálogo continua, en espacio de pocos minutos, un gentío de
verdaderos curiosos, más numerosos que de costumbre, nos bordea. Cámara y
micrófono frente a nosotros!!! Mama mía!!! Es en esos momentos en los que
quisiéramos hablar en inglés perfecto, pero nos contentamos con hacernos comprender.
Pregunta-respuesta, pregunta-respuesta, seguido de un pequeño discurso sobre
nuestro recorrido. ¡Qué gracia nos ha hecho! Pero qué lástima que no podremos
vernos.
La humedad marítima ha quedado ahora lejos detrás de
nosotros. A este nivel, el interior del país es una región ligeramente
desnivelada y semiárida en donde, como en toda la India, mayo es el mes
incandescente del año. Bajo el sol ardiente nuestra boca se deseca y nuestra
piel chorrea sin cesar. Compramos tantas bebidas para rehidratarnos cada día,
que nos burlamos diciendo que un tanque de gasolina nos hubiera salido más
barato; suponiendo que viajáramos en coche. El único favor que le debemos a
esta canícula, es que con el bochorno, los perros están más sofocados que
nosotros y entonces, nos dejan pasar tranquilamente (excepto por las mañanas,
muy temprano). La canícula, aunada al tráfico de las rutas atascadas de
vehículos y sin interés particular para los ojos que buscan color y relieve, se
traduce en jornadas cada vez más difíciles. Hubiéramos podido avanzar nuestro
vuelo y regresar antes de lo previsto a Francia pero en nuestro programa
turístico, habíamos dejado lo mejor para el final y nos parecía una lástima
salir del país sin visitar dos de los sitios más esplendorosos del sur de la India,
Hampi (en el sur de Bombay) y Ellora (en el norte de Bombay). Entonces, para
atenuar un poco nuestra pena, nos decidimos a combinar la bicicleta con el
autobús y, algunas veces, con aventón. Nuestra primera experiencia en autobús
nos lleva de Tumku a Hospet, pero no sin horror!!! La máquina se puso en
marcha, cuando Jean-François todavía estaba en el techo atando nuestras
bicicletas. Tendremos que impacientar durante varios kilómetros antes de
aprovechar una parada para subir raudo y veloz sobre el techo y atar nuestros
preciosos vehículos. Luego, instalados en los más inconfortables, sucios,
rígidos y desgajados asientos, hemos vivido cuatro horas de la vida normal del
transporte hindú, totalmente extraordinarias para nosotros! Por una autopista
con entradas y salidas de vehículos a alta velocidad y en doble sentido,
nuestro deteriorado trasporte, conducido por dos choferes que se divertían alternando
el volante en plena velocidad, nos llevó, gracias a Shivá, sanos, salvos y
bicicletas intactas a nuestro destino. Entonces pensábamos cuando nuestra amiga
Françoise nos contaba sus viajes en a la India diciéndonos “sólo los hindús
saben maniobrar en sus rutas”.
Hampi o el Teotihuacán XL de la India. En lo que
ahora es un pequeño pueblito, más bien tranquilo durante el mes de mayo,
pasaremos varios días a jugar a los Indianas Jones para descubrir el remoto
resplandor de esta colosal fortaleza del siglo XIV. Más de 400 monumentos,
templos, palacios, enigmáticas estatuas, vestigios de un glorioso pasado,
dispersados en una extensión de 30 km2 de vegetación tropical
recubriendo los relieves exuberantes, nos permitieron situar algunos episodios
importantes en la historia del país y una mejor comprensión de su presente. Un
lugar, simplemente, remarcable!!! Valieron la pena los calores y bochornos.
Desde ahí, pedaleando algunos 100 km y avanzando
otros 50 en aventón, llegamos a Badami. Si hablamos de este pequeño
pueblecillo, es porque, en él solo, se contiene todo el arte y la naturaleza,
toda la cultura, el saber vivir, la fascinación de la India. Lo podríamos
hablar de una muestra miniatura del alma hindú. Más observamos a los hombres y
a las mujeres de este país más nos convencemos de que si realmente fueran
diferentes a nosotros, no nos cautivarían tanto. Con excepción de las ventajas
tecnológicas (coches, motos, telefonía…), ellos son nosotros mismos hace 150
años.
Bici, aventón, bici, aventón y durante los días
siguientes pasaremos por Bijapur y Solapur antes de llegar a Aurangabad, o
mejor dicho, Ellora!!! Si hay un lugar en el mundo que muestra como el fervor
religioso et capaz de desarrollar y de agrandar el talento artístico humano
hasta exaltar los Dioses, es bien Ellora!!! Luego de atravesar una vasta
pradera hay que escalar por una especie de peñón rocoso para descubrir sobre el
flanco de un acantilado de unos 100 m de altura y 2 km de largo, 34 cavidades,
de diferente profundidad, elevación y estructura. Cada una de estas cavidades
alberga un templo. Esculpidos los unos después que los otros, entre los siglos
VII al XII, en honor a Buda, Shivá y Shravanabellagola, representan un
testimonio único de la tolerancia y coexistencia de las diferentes creencias
hindúes: budismo, hinduismo y jainismo. Ahora, sobre todo dignas de toda la
admiración del turismo.
Un sleeper para Pune por favor!!! Y aquí vamos, en
autobús de noche esta vez. Con una cama en un compartimiento suficientemente
espacioso para dormir juntos y una cajuela suficientemente grande para nuestras
bicis. Cierto, este bus nos ofrece un confort suplementario, pero eso no cambia
en nada la complicación del tráfico en la carretera. Por lo menos, durante la
noche, el pasajero no se da cuenta de nada.
Durante nuestro viaje a Goa, conocimos a un grupo de
simpáticos jóvenes, viajeros en bicicleta, originarios de la ciudad de Pune. Y
resulta que, para ir de Ellora a Bombay, hay que pasar por Pune. Es entonces la
ocasión de volver a ver a Aniket y Chaitanya que están felices de vernos de
nuevo y hasta de recibirnos. Así, durante tres días, seremos alojados, paseados
y apapachados, nosotros y nuestras bicicletas, por las atenciones de estos dos
amistosos jóvenes y sus padres. Paseándonos en Pune, nos parece la ciudad más
vasta (4 millones de habitantes) y moderna que hemos visitados, después de
Bombay. Incluso más limpia que Bombay y, por primera vez en la India, veremos
pistas ciclables!!! Hubiéramos podido creernos en Europa. La cosa es que, en
compañía de Aniket y Chaitanya, pasamos una estancia excepcional. Con ellos,
hicimos una última excursión a la montaña para de nuevo, pasar un momento
excepcional. Dos días a la orilla de un lago, en la frescura y la calma
placidas, en medio de un horizonte de luz y relieve.
Luego de despedirnos en lo alto de la montaña, con
la promesa de volvernos a ver, los dos descendimos tranquilamente para
apaciguarnos unos días en Kashid, a la orilla del mar. Desde ahí, el viaje a
Bombay será más largo que lo previsto (200 km en lugar de 30), ya que el
transporte marítimo queda suspendido durante la época de lluvias.
Afortunadamente que los aguaceros toman su tiempo para instalarse, esto facilitará
nuestra migración por el camino largo a Bombay
Con hoy hacen ya 8 días que estamos instalados
en la gran ciudad. Al segundo día de nuestra llegada, la prensa vino hasta
nuestra habitación en el hotel para, finalmente decir lo mismo que la última
vez. Pero como no somos celebridades, para nosotros lo que cuenta es la
atención. Nuestro tiempo se nos va en preparar nuestra próxima etapa,
Inglaterra, y en paseos por las calles de esta enorme ciudad que, solamente
ahora, nos revela sus verdaderos encantos.
En resumen
Cuando nosotros llegamos a la India, no sabíamos si
nos íbamos a quedar o no, la circulación y muchas otras cosas de la vida de
este país nos parecían tan complicadas, grotescas e insoportables… En nuestra
primera imagen, la India es una vieja en sufrimiento, un niño abandonado, una
mujer que construye carreteras, un cocotero, un mendigo que te persigue con
insistencia, dos hombres que caminan de la mano, un cántaro viajando sobre la
cabeza de una mujer, un mutilado que arrastrándose te corta el paso. La India
es también, una magnifica mujer en sarii, una familia que vive bajo un toldo,
decenas de niños que vienen a tu encuentro, una cabra que amamanta sus críos en
medio de la carretera, una preciosa joya, un montón de basura, un perfume de
incienso, un drenaje a cielo abierto, un templo magníficamente esculpido, una
mesa sin cubiertos, una vaca o un puerco perdidos, un sabor a picante, un ruido
sin fin… Para un occidental a quien la vida a consentido, esta primera imagen
de la India puede dar la impresión angustiante del exilio.
Más de cinco meses han pasado desde nuestra llegada
y aunque estamos impacientes de volver a Francia, la lealtad nos lleva a reconocer
un balance positivo de nuestra excursión hindú, desde cualquier punto de vista.
Para comenzar, en este país fuimos a todas partes a donde quisimos, vimos e
hicimos todo lo que quisimos sin que nunca nadie, absolutamente nadie, nos
detuviera o nos molestara. Nunca nadie trato de robarnos o de agredirnos. Al
contrario, en bicicleta o a pie, nuestro paso siempre suscitó un encuentro, una
foto, una palabra espontanea, una sonrisa acogedora. En diferentes regiones, la
prensa habló de nuestro viaje, conocimos a algunas personas y encontramos
verdaderos amigos; Logramos tomar nuestro lugar en este país y sobre todo es
sus carreteras; no nos volvimos totalmente vegetarianos pero siempre nos
adaptamos a la comida, cualquiera que fuera, sin berrinches y sin caer
enfermos; con o sin el inglés, logramos siempre expresarnos, comunicar y
compartir nuestro viaje; nos acoplamos a los colchones duros y a los sanitarios
sin papel, nos adaptamos a los obstáculos y al ruido para circular, para
visitar y hasta para dormir; hasta en las más difíciles situaciones siempre
encontramos la motivación para avanzar y para llegar a nuestra etapa… Todo esto
es para decir que, hoy día, tenemos la firme impresión de haber crecido en la
India.
La India no es más rica ni más pobre que otros
países, ni mejor ni peor, ni más bonita ni más fea, la India es simplemente diferente,
más diferente aun que todo lo que un simple occidental conoce. Pero una vez que
uno se acerca verdaderamente a este pueblo, dejándose impregnar por su cultura
y sus habitantes, partiéndose el alma por su propia vida pero siempre
orgullosos de su país, una aguja le atraviesa el corazón y le hace preguntarse
¿cuál hubiera sido mi suerte, si yo hubiera nacido en la India?