La India Tórrida, Tamil Nadu
Luego de más de 80 km de camino desde Kovalam
y sus lindas playas, el 1° de abril hemos puesto rueda en Caniyacumari o Cabo
Comorin, el extremo sur de la India. ¡Un logro que tonifica nuestra excursión
hindú! La ciudad misma no tiene ningún interés a parte que es el lugar, en el
que, el viajero se puede instalar para acercarse a esta mágica y única de
confluencia de tres mares: el mar Arábigo, el Océano Indico y el mar de
Bengala. Esta confluencia hizo de Kaniyacumari uno de los lugares de meditación
favoritos de Gandhi; y su último reposo también. De todos los rincones de la
India la gente viene aquí para orar en el mausoleo que conserva las cenizas de
este gran hombre, para visitar el templo erigido sobre una pequeña isla, justo
enfrente y para bañarse en las aguas revueltas de los tres mares. Kaniyacumari
es también una de esas raras puntas del Planeta, con un horizonte totalmente abierto,
para distinguir el movimiento solar, desde el amanecer hasta el anochecer. Expatriados
y nostálgicos, los relieves rocosos de la costa y la transparencia azul del
mar, nos hacen pensar en la Bretaña, o más bien, en la Bretaña en un día de
verano canicular!!!
Nuestra nueva mira es avanzar hacia el Norte
por la costa del Este. Saliendo de Kaniyacumari, nos tomará tres días, bajo el
sol inclemente de una ruta tranquila y pintoresca, realizar los 200 km que nos
llevaran a Ramanathapuram, nuestra primera parada importante. Desde allí, un
viaje redondo en autobús nos permitirá visitar el Benarés del sur, Ramashwaram.
Son las 10 de la mañana, en la extremidad de una franja de arena rodeada de
agua, de 70 km de largo, las calles y el templo de Rameshwaram palpitan en
plena efervescencia. Aquí, el agua de mar que sube por las escaleras del templo
será, en el espíritu de los devotos creyentes, la misma agua que la del Ganges,
fuente prodigiosa de purificación. ¡Y adentro todos!!! Que todos se mojen;
abuelas, jóvenes, adultos, bebes… A Rameshwaram se puede venir también para
solucionar los problemas más particulares, a condición de encontrar el Brahmán
perfecto. Los ritos difieren según los problemas o necesidades. Por ejemplo, le
podrán pedir que, usted y su pareja, sostengan la cola de una vaca, la cual
será bañada en sus propias manos, con un liquido de origen dudoso; haciendo
esto, usted deberá repetir los mantras que su Brahmán recitará (¿será esto para
hacer perdurar las parejas?). U otro ejemplo, sentados directamente sobre el
suelo húmedo, junto a otros miembros de su familia, su Brahmán le pedirá
espolvorear de todos los colores un plato conteniendo figurines, flores,
bananas y otros objetos (¿tal vez para mejorar sus relaciones, sus
calificaciones?) Hay que nacer en la India para esperar, avanzar y prosperar en
esta cautivante simbólica frente a la cual, el viajero, mudo de emoción, no
puede sino contemplar y consentir. Mas penetramos en la India, menos tratamos
de comprender. Entre fervor y desarrollo, entre culto y mundialización, la
India sigue siendo una civilización profundamente creyente y primitiva. ¿Sera
tal vez por miedo a que el progreso rompa las fronteras entre lo puro y lo
impuro, que los indios se refuerzan con sus ritos?
El 7 de abril, realizando una distancia de
157 km en un sólo día, rebasamos nuestro antiguo record de 100 km. Eso, simplemente
porque al llegar a la ciudad de Aramangi donde pensábamos parar nuestra carrera
cotidiana, no encontramos alojamiento. Para entonces, ya habíamos hecho 100 km,
y eran, solamente, las 2 de la tarde. Nos quedaba tiempo suficiente de hacer 57
km más para llegar a Pattukkottai, la próxima ciudad, en donde esperábamos
fuertemente encontrar un alojamiento. Y los hicimos, mi alma, los hicimos!!! Y
por suerte, también encontramos un alojamiento para reposar nuestros apaleados y
explotados cuerpazos!!
En nuestro camino, Thanjavur se hizo una
etapa obligada para visitar Brihadishvara, un antiguo y esplendoroso templo de
la dinastía Chola y, actualmente, monumento Unesco, llamado “The Big Temple” desde el periodo inglés.
De ahí, en la ciudad de Kumbakolam, también en nuestro camino, nos esperaba el
templo de Darasuram, igualmente
monumento Unesco.
Es triste aceptarlo pero fuera de los sitios
históricos y, sobre todo, de los templos, la India del presente no propone
realmente otros espacios de encuentro, de creación o de esparcimiento
placentero. Todos los templos son magníficos, divinamente esculpidos, dignos de
toda admiración y reconocimiento pero, a fuerza de descubrir sólo este tipo de
arte, nuestra incansable curiosidad termina por empalagarse.
Compadecido por nuestro agotamiento bajo el
sol y la humedad inclementes, el chofer de un camión nos propone avanzarnos y
acortar nuestro suplicio. Así fue como, a media tarde del 11 de abril, llegamos
a la ciudad de Pondicherry. Una llegada medio aterradora ya que, en medio de
nuestra prospección hotelera, un grupo de jóvenes nos para en la calle para
darnos la señal de alarma del tsunami que se acerca (consecuencia del maremoto
en Indonesia ocurrido la mañana del mismo día). Una alerta que nos fue igualmente
confirmada vía texto!!! ¡S.O.S.!!! ¡Auxilio!!! ¡Somos dos nuevos turistas que
aun no conocen la ciudad y sus refugios, qué alguien venga a nuestra ayuda, rápidamente,
por favor!!! Apenas pronunciadas estas palabras, vemos llegar hasta nosotros a
Gérard. Un francés expatriado en Pondicherry y viviendo de sus rentas. Así, en
menos de una hora, ya estábamos instalados en el primer piso de uno de sus departamentos,
lejos del mar, sanos y salvos. Y todo Pondicherry también sano y salvo, ya que
afortunadamente ningún tsunami vino aquí a hacer de las suyas. Entre las calles
y callejuelas de esta antigua colonia francesa, vimos llegar el anochecer y
desde nuestro balcón, con emoción y gratitud, contemplamos el amanecer.
Observando el mapa de esta ciudad, se distinguen
dos zonas principales; una cerca del mar o ciudad blanca y la otra lejos del
mar o ciudad hindú; en la intersección, un canal. Un paseíto de aquí allá, nos
permite comprender fácilmente las diferencias sociales de estas dos zonas
durante la época colonial y constatarlas, sorprendentemente, en la época actual.
Caminar por las calles de Dumas, St
Louis, Rue de la Marine, Rue de la Caserne… da a nuestra estancia en la
India, un encanto a la francesa y también, por qué no decirlo, el placer de un saber vivir que echamos de menos en este
país. De este lado del canal, la circulación es más tranquila y de hecho, la Avenue Gouber, o Beach Road, se vuelve peatonal cada tarde para el paseo vespertino
de la población. Otra diferencia insólita es el servicio de limpia. Por un
trámite administrativo, rarísimo en la India, el barrio colonial goza de un
servicio regular de colecta de basura. Del otro lado del canal, Pondicherry es
una ciudad cien por ciento hindú en la que es gracioso escuchar a algunos
habitantes hablar en francés, perfectamente y sin acento. Queriendo indagar un
poco más, encontramos una pareja de hindús naturalizados franceses que nos
contaron en “Pondi” de su juventud. Una ola de jóvenes de la época francesa de
Pondicherry, se fueron a estudiar a Francia, donde finalmente decidieron
quedarse. Luego de tantos años de vida lejos de su país, vienen a pasar
vacaciones a la India y se consideran más hindús que franceses; pero, aunque
hindús lo son en el corazón, no lo son
en sus ritos y creencias. Habiendo vivido más de cuatro meses en la India y
recorrido más de 3000 km, ya empezamos a conocer bien a estos Hijos de la Madre
India!!! Fue en el orfanato “Missionary of Charity Mather Theresa” de
Pondicherry que Gema pasó sus mañanas ocupándose de tremendas criaturitas,
pedacitos de vida terriblemente abandonados. Uno llega ahí creyendo que va a
aportar una ayuda, pero cuando esos niños, que usted cree impedidos, incapacitados,
reconocen el nuevo contacto de la mano que les da de comer o que los cura, uno
se da cuenta que son ellos los que le ayudan a uno a comprender una realidad de
la que ya no se podrá escapar. Una experiencia incomparablemente humana.
El 21 de abril, el periódico Dinamani de
Pondicherry publica un artículo de nuestros primeros 10 000 km de globes
trotteurs. Si algunos de ustedes conocen la lengua Tamul, les agradeceríamos
nos ayudaran a traducirlo.
A 15 km de al norte de la ciudad de
Pondicherry, se extiende una ciudad única en el Mundo, Auroville. Para resumir,
se trata de una ciudad que fue fundada hace unos cuarenta años, según la
filosofía de Sri Aurobindo (hindú) y de su consorte Mirra Alfassa, llamada “La
Madre” (francesa de origen turco-egipcio), con el objetivo de “Realizar la Unidad Humana”. “La libertad absoluta, la ausencia de ley, de
reglas y de propiedad privada, así como la fraternidad universal, hacen parte
de los principios fundadores de esta ciudad”. Auroville es la ciudad que el Mundo necesita. Actualmente se
cuentan aproximadamente unos 2000 aurovillianos de los 50 000
pronosticados por La Madre en los años 60. Gente de todas partes del mundo (15%
de franceses, algunos latinoamericanos y sólo una mexicana) fueron llegando de
año en año para tratar de integrar su vida en esta nueva filosofía. Cada uno de
ellos, vino aquí por razones diferentes, trayendo consigo sus raíces y su
propia historia. Sin embargo, todos comparten la misma fe, “No se viene a Auroville para llevar una vida
fácil y confortable sino para desarrollar su propia consciencia poniéndola al servicio
Divino”, estas son las palabras de La Madre. Fácil imaginar la complejidad
de un tal proyecto. Nos habían prevenido que ir a Auroville para encontrar a
los aurovillianos no sería cosa viable. La mayoría de gente habla de ellos como
personas encerradas en sus propias preocupaciones existenciales, prácticamente
inabordables y hasta desagradables. Cual sería entonces nuestra sorpresa al
prolongar día tras día nuestra estancia, ya que numerosos fueron los que nos
acogieron y nos demostraron interés y simpatía. A los habitantes de Auroville
les gusta decir que hay tantas versiones de su ciudad como número de
aurovillianos. Gracias al encuentro con Surya, Jean Marc (visitante como
nosotros), Ellie, Claude, Anandi, Ricardo, Pushar, Ana, Srijita, Srimouy y algunos
otros, nosotros nos pudimos hacernos nuestra propia idea sobre Auroville, sus
logros y sus dificultades. En todo caso, fue para nosotros un intercambio
enriquecedor y una de las etapas más agradables de nuestro recorrido por la
India.
Gingee, extremo de nuestra vereda por el
Tamil Nadu. Sobre la ruta, diez días después de la publicación de nuestro
artículo en el periódico, un hombre, de unos cuarenta años, Murugan, nos cruza
y nos saluda en su bicicleta. Minutos más tarde, en su casa, se acuerda que nos
había visto en el periódico. Es entonces cuando toma su motocicleta y viene a
nuestro encuentro para tomarse una foto con nosotros solicitarnos nuestro
autógrafo!!! Lo mostrare a todos mis amigos, nos decía!!! ¡Estrellas
nosotros!!! ¡Qué risa!!!!
Gingee no es solamente un templo sino una
enorme fortaleza extendiéndose sobre la cima de varias colinas. Un lugar
cargado de historia, marcado por las batallas de sus conquistadores y escenario
antiguo de ritos y sacrificios. En pocas palabras, los Marathes echaron fuera a
los musulmanes, estos mismos ya había sido desalojados por los Mogholes, los
franceses se lo apropiaron en 1750 para cederlo a los ingleses 50 años mas
tarde. Un lugar fantástico, un paraje lunario en medio de una vegetación
exuberante. Casi podríamos llamarlo el Colmo del exotismo por los miles de
macacos que lo habitan, y que hacen que uno se sienta como en el planeta de los
simios; Así que, para pasearse en plena seguridad, hay que pasearse armado.
Armado de valor y también con un palo, por si los osados macacos.
Una motocicleta, como las que frecuentemente
nos emparejan para saber todo sobre nosotros, nos emparejó a Tumkur. No eran
simples pasajeros. Eran periodistas. En medio de decenas de curiosos nos
hicieron una entrevista y hasta en la televisión salimos!!!
Ya pasamos por Hampi donde se realizó la
película Hanuman, el Dios mono. Llamado localmente el más grande museo a cielo
abierto! Les hablaremos en nuestro próximo mensaje.
Actualmente, estamos en Aurangabad donde
visitaremos Ellora y sus treinta y tantos monolitos religiosamente esculpidos. Todo
eso en nuestro próximo episodio.
Vamos camino hacia Bombay, cuídense mucho,
dennos noticias, reciban nuestros abrazos y bye bye!
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