Por fin Goa !!!
Veintinueve de enero. Once de la mañana. Unas cuantas
horas de camino y de repente, en un crucero, estamos completamente rodeados.
Apretados los unos contra los otros en un denso, ruidoso, desbordante y colosal
embotellamiento! Un embotellamiento Hindú, en una calle de doble sentido, a la
entrada del pueblo, Mama mía! Autobuses, peatones, coches, animales, ricksaw
(taxis hindús en tres ruedas), bicicletas y motos. Sobre todo motos. Habría que
ver a esos impacientes e hinchados motociclistas, mechas largas, descamisados,
tatuados en su mayoría… Si la circulación es espectacular en la India, un
embotellamiento es aparatoso, impresionante y natural a la vez. Sin sospecha de
lo que va a suceder, repentinamente, ya está uno ahí, entre medio mundo,
apretujándose unos contra otros, entre dos hileras de casas sin banqueta, y
cada segundo que pasa, somos más y más.
Un escenario al estilo de un “hormiguero encrespado” con una acústica
armoniosamente animada por las vibrantes entonaciones de los cláxones,
identidad sonora de las rutas hindúes.
Ahora sí que, empujados por la situación,
tratamos de avanzar poquitito a poquitito sin quitar ojo para ver cómo, en unos
cuantos minutos, esta calle de doble sentido, se había vuelto una alternancia de
5 o 6 filas indias, cargadas y mal delimitadas, en las que cada uno, a vuelta
de rueda, zigzaguea, tratando de no empujar para sacárselo lo mejor posible. Un
respiro. Otro más. ¡Ya está mejor! Después del bullicio viene la calma.
Bienvenidos a Goa y, más exactamente a
Arambol ¡Caramba!
Una invitación nos espera este medio día en
la mesa de Aniket, Nachitek, Nika, Saurabh, Ajay, Sandra y Chaitanya (joven
poliglota hablando español, francés, inglés, entre otros). Un grupo de jóvenes
originarios de Pune, en el departamento de Maharashtra; admirativos de vernos
ir cuesta arriba durante kilómetros, ya que ellos viajan sin equipaje. Aniket,
23 años, a la cabeza de Cymour Club, se ocupa de todo para que las maletas del
grupo puedan ser transportadas en un camión durante los 4 o 5 días que dura la
excursión. Este simpático encuentro será el inicio de una calurosa amistad.
Hablar de Goa es hablar de Peace and love pero visitar la playa de
Arambol es vivir la impresión de caer directamente en el “Paraíso”. Miles de occidentales
e incontables rusos vienen a Goa en búsqueda de sol, pero los que vienen a
Arambol, vienen en búsqueda de ellos mismos. Un paseo por la playa de Arambol,
es la mejor ocasión para acercarse a numerosos artistas, yoguis, malabaristas,
músicos, escritores, adeptos del Tai Chi, poetas, etc., o bien para descubrir
los “Nuevos” monjes (occidentales), vestidos en colorida túnica y turbante,
pies descalzos, o en versión nudista, mechas al aire o cocos pelones… La
apariencia no tiene ninguna importancia, lo único que cuenta en esta playa es
realizar su sueño, es sentirse vivo y feliz, es sentirse en la India… Arambol,
o la India que cada uno soñó desde siempre.
En este multicultural terruño, tal vez, la
cofradía de motociclistas, es la que mas pulula y la que más polvo mueve. Estos
frenéticos y casi enternecedores románticos de los años 60’s, que para
consolarse se ofrecen un aire de libertad serpenteando las calles y callejuelas
del pueblo, sin casco, sin camiseta, sin zapatos, sin parar!!! De una Tierra y
de una época lejanas, vienen para conservar, en Arambol, una atmosfera, cromada
como un tubo de escape, bajo el miserable polvo de su gastada nostalgia.
Detrás de la playa, entre cientos de casas,
esparcidas y orientadas en todos los sentidos, el espacio de suelo húmedo y
tupido será suficientemente ancho para dejar pasar una persona, una vaca o una
moto. También detrás de la playa, siguiendo las callejuelas, solemos pasar
cerca del pequeño arrollo. El agua que corre suavemente en esta época del año,
representa una fuente de gran valor para los habitantes de Arambol. Ahí donde
la profundidad gana importancia, 50 cm aproximadamente, será el lugar elegido
para purificar al pueblo de toda la inmundicia humana, la del cuerpo, la de la
ropa y la del consumo industrial… Una imagen que, desafortunadamente, la India
exporta al mundo entero. Pero ¿Qué otra imagen puede hacerse la India del buen
Mundo con estos chiflados turistas?
Un salto de 54 km –en paisaje más bien plano-
nos llevará a Old Goa, la antigua Capital. Algunos edificios religiosos en buen
estado, entre los cuales, una Catedral dedicada a Santa Catarina de Alexandria
(considerada como la iglesia católica más grande de Asia) y la basílica del
Buen Jesús, transportan al episodio de la dominación de Goa por los
portugueses. Rodeadas de magníficos céspedes, de banquetas y de lindas casitas de
todos colores que contrastan, aterradoramente, con los mercadillos instalados
en plenos basureros, donde las vacas, no tan sagradas como en otros lugares,
son espantadas a pedradas y a palazos.
Y ahí vamos otra vez, en los empujones y las
apretaduras. Esta vez es en autobús. Vamos en camino a Panaji, la nueva
Capital. En solamente 20 minutos desde Old Goa, nos impregnaremos de una nueva
imagen de las rutas de la India, una tremebunda aventura… No sabemos
exactamente por qué, pero nos sentimos más seguros en bicicleta.
Con sus 65 mil habitantes, Panaji es la más
grande y la más moderna población que hemos visto desde que salimos de Bombay.
Una casi encantadora ciudad colonial con un paseo a la orilla del mar, algunos
exuberantes y frescos jardines y
pretenciosos buques para los que se pueden permitir jugar a los ricos. La
prensa local pretende que los habitantes de Niza, aprecian la analogía que hay
entre esta ciudad y Panaji. Esto, creemos que podría ser cierto si, por lo
menos, los drenajes a cielo abierto donde kilos y kilos de basura se acumulan,
no fueran pestilencia, infección y riesgo del peatón al caminar.
Hacia las tres de la tarde, momento en el que
el calor se vuelve un peso excesivo para el cuerpo, buscando un alivio bajo la
sombra, fuimos a dar a la curiosidad más particular de la ciudad. Estamos en la
entrada del mercado del centro de Panaji, y ahí, sobre la misma mesa que expone
su fruta y su verdura, una mujer, placida et imperturbable, yace postrada en
plena siesta. Sin tratar de comprender, avanzamos tratando de no molestar. Unos
pasos más lejos y ahí está otra, continuamos avanzando y otra más; y mira, allá
no es una mujer sino un hombre, y en realidad están en todas partes, a lo largo
y ancho de las mesas del mercado. Mientras sus colegas siguen trabajando, para
ellos es el momento del descanso. Su pequeña silueta en vestidos multicolores,
se deduce de entre las frutas, las legumbres y las flores. Cuando uno los ve
soportando esas enormes cargas sobre la cabeza, cuando uno ha visto las
distancias que recorren descalzos bajo el sol, cuando uno los ve trabajar
durante tantas horas al día, es fácil comprender tanto cansancio…
En las guías turísticas se puede leer que
venir a Goa es, antes que nada, venir a buscar su playa. A lo largo de cien
kilómetros, cada quien puede escoger la suya. En bicicleta, nosotros decidimos
escoger varias. Benaulim, singular poblado, relativamente desarrollado, cita
anual de pensionados rococó; Pasamos! Agonda, la más agradable de todas, sin
demasiados comercios, sin tantos turistas, bonita, urbanizada y limpia. Fue
durante nuestra semana en Agonda que coincidimos con Candelaria y Hermann, una
pareja de argentinos viajando en un Graham-Paige 1928 (con ruedas parcialmente
en madera) desde hace más de 12 años. Dos personas encantadoras. Un viaje de
dos que, en doce años, se ha vuelto de seis. El más pequeño de sus cuatro hijos
aun no tiene tres años.
Antes de decir adiós al viejo Portugal en
India, una parada en Patnem y Palolem, justo para echar de menos la linda playa
de Agonda.
Hoy hace cuatro días que estamos en Gokarna,
en el estado de Karnataka. Al parecer, fue en este lugar de culto y
peregrinación, que Shiva llegó al mundo, parido por la oreja de una vaca.
Estamos en pleno festejo de este acontecimiento y los peregrinos, con vacas o
sin vacas, llegan de todas partes, por centenas (o tal vez por miles) para
prolongar, descalzos bajo el sol, con ofrendas de flores y cocos en las manos,
los kilómetros de la fila india que va hasta el templo de Shiva. Los colosos
multicolores y el desmesurado mercado se preparan. La noche del veinte de
febrero, es la noche de Shiva!!! Todos debemos rezar. Nosotros lo haremos por
ustedes.
Deseamos que todos gocen de salud y de ánimo
en sus ocupaciones.