La India o el mundo de otra manera
Hasta esta fecha, nuestro viaje en bicicleta nos había permitido desplazarnos de un país a otro en una despreocupada sucesión de paisajes, culturas, tradiciones, individuos... Tomar un vuelo para venir a la India, dará a nuestro éxodo, el brutal efecto de despertar en un espacio totalmente desconocido. Como un cambio de dimensión, o casi.
Medianoche suena en Estambul. Cuatro de la mañana
tiempo de la India; el rescoldo aprensivo, ese extraño miedo que se opone a la curiosidad natural
humana, impidiéndonos avanzar hacia lo desconocido, comienza a instalarse de la
parte superior de nuestro estómago. Nuestro avión acaba de aterrizar en Bombay.
El nombre de Bombay es de origen
portugués: Bom Bahia. Pero en 1995, la ciudad fue oficialmente llamada Mumbay
aunque para muchos seguirá siendo Bombay.
A Bombay se le conoce también como Bollywood,
ciudad auge de la industria cinematográfica india (hindú).
¿Qué nos reserva este país, pueblo de espiritualidad, tierra
de grandes aventuras, joya del exotismo
puro, del cual se puede escuchar, leer e imaginar todo…
y también lo opuesto? Estamos, a la vez,
impacientes y temerosos de saberlo.
La emoción y otros sentimientos invaden el
aire de las filas de la aduana. La prudencia nos obliga a quedarnos unos días
en Bombay, en lugar de tratar de encontrar un rincón en el aeropuerto para ensamblar
nuestras bicicletas y salir de la ciudad. Entre las 5 y las 6 am, rumbo al
barrio Colaba donde esperamos encontrar un hotel, el taxi, pasándose todos los
semáforos en rojo, nos brinda un "prefacio" de la circulación que nos
espera. Entre nosotros, intercambio de miradas. En el estomago, nuestro temor
aumenta.
Aun no amanece pero en Bombay el ruido y el
bullicio animan todos los rincones. Los mercados se instalan por toda la orilla
de la carretera. Camiones, peatones, coches, carretas, animales, bicicletas,
ocupan totalmente el camino como un Todo que se combina y se recombina sin desplazamiento
real. Detrás del velo denso de polvo, nosotros, tratando de comprender este
revoltijo humano en el que cientos de individuos se confunden en una misma
impulsión, animados todos por la misma inspiración ¡sobrevivir!
En la Walton road del famoso barrio europeo Colaba,
el Hotel Kishan nos acoge, a nosotros y a nuestras bicicletas, sin retozar por la
hora. Al instante, un pequeño equipo de "boys", se pone en actividad para
descargar del taxi nuestras maletas y las pesadas cajas conteniendo nuestras
bicicletas, subiendo e instalando todo en una habitación del tercer piso del
hotel. El mismo color rosa que viste los templos de la India, ilumina los muros
de nuestra nueva y espaciosa habitación. Aquí podremos consolidar nuestras
bicicletas y preparar, lo que esperamos que sea Nuestra Agradable Expedición en Tierra India.
A cinco minutos a pie de la playa, la calle de nuestro
hotel parece tranquila. La luz rosada de las paredes y el anhelado aislamiento se
prestan para una primera evaluación ¡un respiro por favor! Tuvimos un vuelo
excelente, todas nuestras pertenencias están intactas, nadie trató de embaucarnos,
al contrario, toda la gente mostró amable y disponible para brindarnos ayuda, incluso,
en el hotel logramos una pequeña reducción. Afuera hace buen tiempo. Todo está
bien y en orden... Faz al develo y la pesadez, nuestro rescoldo aprensivo cede.
La recuperación es rápida cuando Paseo se impone. Aprovecharemos
del cálido sol y de nuestro tiempo en la ciudad para realizar el recorrido preferido de
los habitantes, caminar, frente al mar, alrededor de la célebre
“Gateway of India” de los ingleses y del Hotel Taj Mahal, justo a un lado. El
hotel más prestigioso de la India. Cientos de barcos de todos los colores, lucen contrastando
sobre el mar y la costa donde basura y polución degradan el encanto. Por lo que
preferimos volver la vista hacia a los muelles para admirar el desfile de hermosas
mujeres hindúes, resplandecientes en sus saris de llamativos tonos y matices. ¡Por
sí sólo, un majestuoso espectáculo de tradición y elegancia! En orillas de la
estación Churchgate, caminamos al paso de los dabbawalas -repartidores de comida
y preservadores de su casta-, antes de ir a visitar el barrio de Victoria
Station, cuya estación de ferrocarril hace parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Un fastuoso
ejemplo de arquitectura de la India británica.
Pasado el cansancio del viaje, la falta de sueño y el
desfase de horarios, y una vez que el ruido permanente, la fuerte circulación,
los incesantes cláxones y el polvo comienzan a integrarse en nuestro ánimo,
queda el tremendo choque de la miseria, de las familias instaladas en las banquetas, de
las jovencitas que nos persiguen insistentemente, con creaturas en los brazos,
tal vez sus propios hijos; de los pobres viejos tirados como nada en las
calles, algunos casi desnudos e inmóviles, de los mutilados de todo tipo… Para
la población en general, esto es el pan de cada día. Para nosotros, son
momentos de escalofriante confrontación.
Luego de tres días
de convivencia con estos 20 millones de personas, de las que seguimos sin
comprender absolutamente nada, nuestros pasos avanzan con cierta de
familiaridad aunque, el simple hecho de cruzar una calle o una avenida, no deja
de ser una arriesgada aventura.
En una visita guiada al barrio de los lavanderos,
nos enteramos cómo se organiza la vida del grupo de personas que hacen
funcionar la lavadora más grande del planeta, Ghat Dhobi. Bajo un cielo de
extensos tendederos, entrecruzados cuales hilos de una enorme telaraña, la
gente de este barrio trabaja día y noche, en las condiciones más infames, para que
cientos de hoteles, restaurantes, fábricas de ropa y otras industrias, puedan
prosperar.
Al quinto día, nuestros nuevos anfitriones nos
parecen menos extraños. Ahora, osamos aventurarnos por ahí, confundiéndonos con
todo el mundo y deteniéndonos en cualquier parte para observar cualquier cosa, incluso
en los lugares más miserables y desprotegidos, paso obligado para visitar un
templo o un monumento. La ciudad es enorme, no podremos verlo todo. Organizando
una escapada a pie y en taxi, podremos atravesar de un extremo la Malabar Hill,
la pequeña punta opuesta a nuestro barrio Colaba, donde podremos visitar el
Mani Bhavan, también conocido como la casa de Gandhi y, a pocos pasos de
distancia, el Balbunath, el templo más antiguo de Bombay.
Su impresionante arquitectura de estilo rococó,
para adorar a uno de tantos Dioses, reposa sobre un portentoso promontorio de
basura y de minúsculas y mugrientas habitaciones, tristemente abatidas. A
nuestro paso, la mirada de la gente nos sigue hacia todas partes. Nosotros
somos su curiosidad y ellos la nuestra. Pero nuestros karmas no se oponen y en total
compatibilidad podemos avanzar, observar, acercarnos, preguntar, sonreír y
hasta tomar una foto, libremente y sin miedo! Poco a poco comprenderemos que no
nos repudian. Al contrario, se interesan amablemente en nosotros, nos sonríen, nos
hacen preguntas, y algunas veces hasta nos toman en foto. A nosotros y a todos
los extranjeros. ¡Eso aquí, es de lo mas normal!
En Malabar Hill, también se encuentran los Hanging
Garden, jardines que reposan sobre las cisternas de la ciudad. Nada realmente
extraordinario sino que constituyen el pulmón mas grande de la ciudad. En el
mismo conjunto se encuentran también las Torres del Silencio, edificios
funerarios de la religión parsi. Los cuerpos sin vida (impuros) de las personas
pertenecientes a esta religión, son expuestos en lo alto de estas torres para
que sean consumidos por los buitres. Totalmente imperceptibles e inaccesibles. Desde los jardines, sólo sabremos que las Torres existen. Y si se quiere
visitar los templos, habrá, como en las mezquitas de Turquía, que quitarse los
zapatos. Los curiosos pueden acercarse y tomar fotografías del altar de Jain y
Mahalaxmi pero sin penetrar al interior del recinto. Hablando de mezquitas, el
15% de la población hindú es musulmana. Haji Ali Dargah, es una mezquita
heredera de la arquitectura islámica y del rito hindú.
Para acceder hasta Haji Ali Dargah, se debe, a
marea baja, recorrer a pie un dique que podríamos llamar el dique de la
compasión. Largo de algunos doscientos metros, mendigos, lisiados y mutilados, reunidos
en su miserable suerte, esperan de cada lado del dique, una rupia por el amor de
dios. Esas imágenes cargadas de desgracia y de dolor, nos revelan lo que llevamos dentro de nosotros
mismos. ¿Media vuelta, o hacer de tripas corazón? ¡Eso depende de cada uno!
Una semana en Mumbai nos hará comprender que es
aquí donde la palabra Adaptación tomará un verdadero sentido para nosotros, si
lo único deseamos es encontrar la expresión más bella de la India. ¡Su mas bello encanto!
Nuestras maletas y bicicletas, con retrovisores a
la derecha, están listos para partir. El rescoldo aprensivo otra vez en el
estómago!